Lo de siempre, lo de nunca.
Lo que dije, lo que no sentí.
El abrazo que esperé, el muro que construí.
La herencia genética, las diferencias resaltadas.
El amor entregado, la debilidad hecha furia.
Los gritos aullados, la cadencia interrumpida.
La mirada altiva, el espejo roto.
La palma abierta, el dedo acusador.
Una carta abierta a mi padre, una declaración de intuiciones.