Las horas cortas contigo
duran el pestañeo de un alma,
drogadas de sol y ternura
se deslizan por mis medias de red.
Ay, el brillo de unos ojos
ilumina la casa, y sus ratones
buscan otro hogar, más sombrío,
más húmedo, menos aireado.
Ya se cuela el primer rayo,
ya se abraza la luz con la noche que escapa
a otro continente,
a ser paño de lágrimas de estrellas bebé,
las sedientas de leche,
las hambrientas de tiempo.
Cada poema tuyo está siendo un regalo para mi espíritu.
Lo vuelvo a leer y me vuelve a emocionar.
¡Qué bonito! 🙂