Picoteo la noche
como pájaro enjaulado.
Engullo estrellas
que derriten mis entrañas.
El fuego del universo
no sabe de relojes.
La duna gira a medianoche,
el cielo regresa a su cero.
Nuestras manos se entrelazan,
escriben un firmamento sin faltas.
En el principio y en el final,
la vida dentro, la vida quema.
Todo late en el espacio fuera,
un corazón caverna de desiertos y penas.
Pintemos los barrotes de azul nube,
miremos el abismo con la risa en las manos.