Un abanico de pinos
perfuma sus muros blancos.
Hay redes en el emparrado.
Caen flores, uvas, frenesí.
Los cangrejos se aventuran
al confort del algodón.
Sobre la cama, el frescor.
Arañas tejen sueños de sal.
La casa tiene heridas
abiertas por cuatro vientos.
El mar ruge, y su nana,
aquieta la subida del mar.