Se me olvida que todos tenemos un nombre,
no solo piel y arrugas, no solo voz.
Se me olvida que lo que nos define
son letras pronunciadas en alto.
Me llamo Adolfo,
es nombre de actor,
¿lo sabías?
Se me olvida que rara vez dejamos de actuar,
frente al espejo, frente al amor.
Se me olvida que incluso las nubes
son paisaje portátil de alquiler.
Me llamo Montaña,
es nombre de desafío,
¿te atreves?
Se me olvida que la carne está hecha de roca,
con grietas de sangre y aire puro.
Se me olvida que late el polvo
en las entrañas blancas del hueso.