En un río blanco como ese
encontré la corriente oculta
del mar de los deseos.
La piel, húmeda de luz,
sorbía el roce de las almas,
algas de fuego derretidas.
Ya no existía el tiempo,
disuelto como estaba
en memorias de agua.
Brillos, susurros, goces
de antes de conocernos
y de futuras miradas.
En un río blanco como ese
se hunden las generaciones
que aman sin saberlo.