Sin sueños

Nunca tuve sueños,
hasta ahora me alimenté
de todas las sonrisas fugaces.

Estás vacía, me decía.
Estás llena de nada.
Sabes que estás muerta por dentro.

Es desidia, es pereza,
es orgullo, es error.
Sublime en mi inhumanidad.

Cansa nadar lento
contra la corriente.
Cansa luchar y no llegar nunca.

Yo nado al centro
del mar inmenso.
Ondas en el horizonte azul.

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Un abrazo

Un abrazo tiene el sonido de dos alientos y un compás de huesos.
Un baile inmóvil de células que despiertan.
Del color de unos ojos clavados en la nada.
Un techo movedizo y una cama de carne.

Un abrazo se mueve sibilino y majestuoso buscando su corona.
Se alimenta de esperas e inquietudes vanas.
Duerme desvalido, andrajoso, sediento de piel.
Ciego a las piedras y hoyos del camino.

Un abrazo ni se da ni se recibe, se contempla desde dentro.
Ajeno al amor y al odio, a rencores y amistades.
Endulzado con lágrimas que brotan de sus poros.
Se dispone a morir cumplidas las veinticuatro horas.

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