El mundo habló

El mundo me muestra sus dientes,
¿es eso una sonrisa, una mueca
o el inicio de un mordisco?

Le ofrezco mis ojos cansados,
la ofrenda de todo lo que no veré
si me permite continuar mi camino.

El mundo habla, no más ojos,
no hasta que se sequen mis ríos.
Entonces qué, me digo y repito.

Nada de ojos, olvida las manos
y tus pechos, tengo de sobra
de buenas intenciones.

Susurra ahora tranquilo,
quiero tu corazón colmado
de sueños y amores por cumplir.

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Día con mar

Sueños sin dientes
Palabras sin eco
La lluvia que espera
Que acabe el asueto

Dulces los ojos
De cacao y almendra
Duermen sin pausa
Se aleja el espejo

Somos un día con mar
Susurro de sirenas
Gozo para las gaviotas
Embate de olas insomnes

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Nacer

Ella nació en el momento en el que nada tenía sentido. Sus manos desesperadas por caricias manoteaban incansables el aire en rededor. El salitre inundaba todo. Los muros de leche como sus dientes, llenos de palabras y sonidos aun por decir. La música de las hojas despiertas al otro lado de la ventana. Un sol vergonzoso traspasaba el encaje de red de la araña. Primeras visiones que ella no recordará.

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A oscuras

Escribo para mí porque solo yo me quiero.

Escribo a oscuras por si acierto con las letras.

Escribo en cuevas del tamaño de un corazón herido.

Escribo gotas de un río que no puedo ser.

Escribo lo que me dejan contar.

Escribo, y todo se vuelve paz.

Escribo con la mirada alta, casi infinita.

Escribo y se duermen las garras que ayer no se dejaban limar.

Escribo cuando tú dejas de pensar.

Escribo el frío que sacudió mi alma tres horas atrás.

Escribo mas no se abren puertas en este solar.

Escribo tumbada los pensamientos que no logran dormir.

Escribo con las manos atadas a esta minúscula luz.

Escribo y se escapan los tiempos que no viviré.

Escribo de dientes adentro para no morder la vida.

Escribo, y duele. ¡Vaya si duele! Pero escribo por fin.

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