No estoy aquí,
ya no soy yo,
ya no eres tú.
Mi alma al volante
de un cuerpo en desguace,
nunca pasó el examen
de tu escala de valores.
Ya me fui,
muy lejos de mí,
tan cerca de ti.
Sobran las palabras,
rotas del abuso.
La clemencia es para los necesitados,
y yo ya fui feliz.
Me escalofrió. Es buenísima Montaña. Buenísima
Y, por cierto, Qué maravilla que ya no hay que leer unas cosas ilegibles e intentar escribirlas. No sé qué has cambiado pero, qué acierto y qué descanso.