Hay un camino sin ruido
en el que no estoy.
Uno sin peso ni calor.
En el que el frío en su transparencia acalla todos los gritos.
Hay una vereda verde donde
el agua moja los pétalos
en su desnudez impía.
Vereda que se lanza en una curva de largas luces tangentes.
Hay una senda de paz
transitada por nadie,
imaginada por todos.
Una bajo nuestros pies que, en vez de recorrer, pisoteamos.