Noche en el bar

Se cuela la noche en el bar,
el bullicio sale a recibirla.
Cuelgan restos de nostalgia
de entre las copas de balón.

Llueve lento pero sin pausa.
En la puerta, el ficus-vigía
se estremece, sacude el frío.
La calle es un río tranquilo.

El aroma de café recién molido
se impone sobre los diálogos.
Una luz naranja tiñe el interior,
clareando soledades olvidadas.

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Resistencia

Lo veo llegar.
Quiere controlar mi lengua y mis manos,
quiere hacerme morder las uñas hasta la sangre,
mas me resisto.

Respiro noche.
Cuento las estrellas en el firmamento,
pienso una forma, un pez, y lo exhalo en nube.
Juego sola.

Falta la luna.
Es necesaria una luz que señale la paz,
es obligatorio perdonar esos pensamientos fugaces,
impuros.

Somos libres.
Para elegir hacer daño hay que ser libre,
para elegir no hacer daño hay que ser valiente,
y resistir.

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Búho

Regreso volando silenciosa como un búho. Canciones nuevas coquetean entre mis alas. Llevo la camiseta de entonces, pero ya no soy la misma. Nadie lo es. Ni siquiera el recuerdo. Palpitan en mí las palabras que nos acercan, el juego de espejos, de tu dolor, de las traiciones, del insomnio, de las cadenas del pasado. Paso de puntillas junto al primer abandono. De una puerta en desuso una mano asoma alicaída de una cobija. Dos pasos más allá la luz cegadora de la tortilla española y las croquetas al por mayor. El tumulto y la vida se quedan dentro.

Vuelo bajo. Contemplo unos turistas felices tras el atracón de jamón, ignorantes de la quietud y el silencio del hombre en el saco. Yo misma casi no le veo, otra pieza más de mobiliario urbano cubierto de carne y telas en el garaje. Mi mente se vuelve pausa, como mi corazón, que busca un motivo para continuar su aleteo feroz. Y no lo encuentra, pero aún así continúo. Un ave zombie con lágrimas en el borde de las pestañas, en lucha con el viento fresco de la noche.

Sigo hasta el atrio de los hombres crisálida. Bajo la luz del Reina Sofía la estampa me sacude y rompo a llorar. Por fin nos encontramos, su desamparo con el tuyo y con el mío. Es el delta donde confluyen nuestros miedos. Sé que nos desconoceremos hasta que logremos mirarnos a los ojos. Será ahí, en lo profundo de nuestras pupilas, donde hallaremos la casa.

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Íntimo

Es tarde
y se despereza
al compás de las corrientes de aire.

Íntimo
como una sacudida
de mar al llegar finalmente a la orilla.

Se enciende
en el roce suave
de todas las interjecciones no dichas.

Por nacer,
las miradas dudan
qué dirección tomar. Balbucean quedas.

No interesa
lo que pase después.
Nada importa si al amor le cubre la noche.

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En ruinas

La noche me muestra sus ruinas,
su techo abisal,
las grietas alegres del paladar.

La noche termina de empacar.
Los ojos del ancla
la escoltan hasta el fin del mar.

La noche se desnuda de fronteras,
de banderas y sal.
Duerme el guarda su única verdad.

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