Tengo problemas

Tengo problemas.
Tengo una nube gris en el pecho.
Tengo una voz que no llega al techo.
Tengo dramas.

Soy un país triste.
Soy una tierra dañada y débil.
Soy un lastre enfermo, febril.
Soy un chiste.

Quiero un milagro.
Quiero la catarsis del aire de los pobres.
Quiero la erosión de los viejos valores.
Quiero lo sacro.

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Pecho desnudo

Este pecho es un páramo tranquilo.
Sopla el viento recio sobre la tierra
que se endureció tras morir el verano.

Un solitario perro corretea en círculos.
No hay sombra que le abrace,
su dueño le devolvió la libertad salvaje.

Su hocico huele la tormenta.
Anhela encontrar un lecho de sombras
o por lo menos una casa bajo unas ramas.

Llega el ruido, el rayo, la palabra.
Agacha la cabeza, retuerce las orejas.
Está solo, libre e indefenso frente al grito.

Ojalá conociera la plegaria adecuada,
mas de su boca solo ladridos nacen.
Y Dios nunca entendió de quejas sin amo.

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Estrella invitada

Se dejó romper en millones de pedazos.
En polvo minúsculo, brillante y travieso.
Cayó, subió, y volvió a sumirse en las tinieblas.

Este viaje se gestó desde las sombras.
Desde el útero de los humedales del alma.
Empezó con un sí y se perderá en el infinito.

Un silencio como respiración de galaxias.
De los ojos que se vierten en tibias manos de leche.
Era noche cerrada cuando abandonó su vida a la deriva.

La estrella suspiró todos los halos dorados.
Soy el pasado que nunca alcanzaste, me dijo.
Y su estela escribió un garabato inocente en mi pecho.

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Fortalezas

Algún día te contaré sobre la fortaleza que se deshizo en su propio foso.
De los esposos que murieron sofocados en su bello torreón de marfil.
De todo ese dolor que queda en nada, en brisa leve de playa sin mar.

Te contaré todas las veces que sangraron mi alma las agujas del tiempo.
De todos los hombres buenos que tiraron monedas al fondo de mi fuente.
De los deseos cumplidos, de las promesas reencarnadas en caricias.

Muy pronto verás en mi pecho la forma de todas las nubes que toqué.
De las delicadas subidas y bajadas del aliento de todos los amantes.
De la vida dichosa, de la luz que se perderá en una dedicatoria no escrita.

Y un día dejaremos en el bronce de las Parcas nuestra ofrenda de besos.
De los suplicados, los dados, los robados, de los paisajes sin lugar.
De toda la humedad de unos labios entreabiertos, a punto de morir.

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Fuego

Cada canción es un pedacito de alma dedicada. Al amor, al horror, al error.
¿Quién te dedicará una canción, amor mío?
¿Quién juntará las rimas que avivan tu corazón?

El fuego siempre está por hacerse, nunca se termina. Déjame ser tus ascuas, reminiscencias de luces lejanas. Quemar las fronteras que separan las manos. Juntarte los labios con palabras recién recogidas de mi lecho. Beber las melodías que brotan de tu pecho. Dormirnos las espirales hasta que se estiren en luz y camino. Déjame ser tu cuaderno de notas rasgadas y disonantes. La inconclusión de todas tus historias proyectadas. Déjame ser borrador, boceto, esquema, esqueleto y proyecto. Déjame ser el fuego fatuo sobre tu tumba.

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