De ayer a mañana

Nos gusta hablar en pasado porque el presente nos parece inabarcable. Da tanto miedo mirarle a los ojos. Preferimos regar con lágrimas historias pasadas. Hacemos crecer brotes tan fuertes como puentes a la otra orilla del futuro. El hoy queda abajo, intocable. Un espejo sucio en el que arrojar monedas de fortuna y deseo. Cruces y caras sin luz.

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