La ola

¿Sabe la ola que es poesía para el mar?
Cada espuma, un susurro.
Cada embestida, un nuevo final.

¿Sabe la ola que su viaje es eterno?
Hacia un nirvana húmedo.
Hasta el osario de horizontes.

¿Sabe la ola que no hay palabras que la contengan?
Que la luna es su brújula,
y que la orilla solo es un eco más.

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Invierno

Me siento con las hojas,
secas y húmedas
a partes iguales.

El otoño se retuerce
en sus comisuras.

No hubo delito,
no queda savia en sus venas.

La suerte no es
de las que aun cuelgan,
funambulistas del viento.

Es de las que juegan
con mi pelo.

Improvisada
diadema de colores.
Bienvenida al invierno.

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Luna descarada

Luna descarada
tras el edificio.
Se asoma despacio
al abandono, a la nada.

Engañada va
tras el niño
para encontrar
el escondite de las hojas.

Un beso anhela
de su amor frío.
Un roce sombrío,
torsión de dos cuerpos en vilo.

Ríe juguetona
de charco en charco.
Trucos de magia
sueña sobre la brisa del río.

Ya se despierta,
ojos hacia el infinito.
Surca océanos,
siembra estelas de polvo azul.

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Pájaros en la cabeza

Me llega un grito de lejos,
de la tierra amordazada
que un día olvidó cómo carcajear.

Se resquebraja el espejo
al golpear la flor dormida
el sueño de los que olvidaron su muerte.

Recordamos, y somos menos
ya las raíces enclavadas
en la memoria perdida de nuestros padres.

Desando oscuros senderos.
Un grajo brilla en su huida,
alumbra la vereda nocturna al ayer.

El final, umbral de secretos
viejos, carne en estampida.
Claveles, rosas, puños rojos al atardecer.

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