Hoy no

Hoy no quiero hablar del alma, de ese colchón al que nos aferramos para sentirnos únicos y suaves.
Hoy quiero hablar de la crudeza de la razón, de la impuesta por manos invisibles y de la que nos inventamos para soportar el peso de cada día.
De esa cascada horizontal que quiebra diques de pensamiento a su paso.
De esa metáfora que aún no se ha pronunciado.
Es difícil no rendirse ante su fuerza, como mazazo de viento.
Es hielo que enmudece la sangre.
Es causa y es efecto de nuestras circunstancias.
Voluble, enmascarada y cruel como chirigota de niños.
Hace daño al entrar pero mucho más al salir de nuestra mente.
Es discurso inagotable frente al espejo.
Indispensable cuando pasa de mano en mano.
De sabor acre y amargo en el paladar al probarla titubeantes.
La manosearás, la moldearás, pero nunca la tendrás.
Razón sibilina con corazón de juego.

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Razón de parecer

Parece que el viento no quiere habitar este cuarto.
Evita rozar mi piel y mover mi ánimo.
Rodea las esquinas abiertas de esta morada.
Pulula y bate sus alas invisibles.
A quién contará los secretos que conoce.

Parece que el agua no quiere calar estos muros.
Besa los diques, unos ojos de mimo.
Discurre sobre el erial bañándolo de mañana.
Piensa y se secan las orillas tristes.
Y cómo aliviará la sed del que corrompe.

Parece que el fuego no quiere purificar mi mundo.
Vicia las partículas, átomos sin ritmo.
Recorre las distancias que separan nuestras almas.
Quema el destino la piel que persigue.
Cuándo renacerá el niño en la trampa hombre.

Parece que nada quiere ser hoy.
Parece que todo es coartada y fin.

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Título opcional

Gustaba de nombrarse las cicatrices, arroparlas con letras, murmullos y música de caos. Recorrían sus yemas las orillas del dolor. Humectaba la soledad de cada día en un sobre de rutina. Disponía las voces de su cabeza en fila india frente al espejo. Enviaba a la guerra del sexo su maltrecho corazón. Sobrevivía a los estertores de amistades mortecinas. Limpiaba con su aliento el peldaño que había logrado subir. Vivía y no se dejaba vivir. Su título era opcional.

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Dispuesta

Dispuesta a encontrar
Me perdí en tu voz
Esa que discurre
Los ríos de tu memoria

Dispuesta a cruzar
Encontré el redil
Verde y azul
De los sueños perdidos

Dispuesta a volar
Quemé las huellas
Sombras de noche
Lumbre azul de galaxias

Dispuesta a empezar
Retorcí el corazón
Vacío y seco ya
Sobre un altar de ánimas

Dispuesta a amar
Jugué a ser niña
Con tiza otra vez
Delinear mis orillas de sal

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Un abrazo

Un abrazo tiene el sonido de dos alientos y un compás de huesos.
Un baile inmóvil de células que despiertan.
Del color de unos ojos clavados en la nada.
Un techo movedizo y una cama de carne.

Un abrazo se mueve sibilino y majestuoso buscando su corona.
Se alimenta de esperas e inquietudes vanas.
Duerme desvalido, andrajoso, sediento de piel.
Ciego a las piedras y hoyos del camino.

Un abrazo ni se da ni se recibe, se contempla desde dentro.
Ajeno al amor y al odio, a rencores y amistades.
Endulzado con lágrimas que brotan de sus poros.
Se dispone a morir cumplidas las veinticuatro horas.

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