Razón de parecer

Parece que el viento no quiere habitar este cuarto.
Evita rozar mi piel y mover mi ánimo.
Rodea las esquinas abiertas de esta morada.
Pulula y bate sus alas invisibles.
A quién contará los secretos que conoce.

Parece que el agua no quiere calar estos muros.
Besa los diques, unos ojos de mimo.
Discurre sobre el erial bañándolo de mañana.
Piensa y se secan las orillas tristes.
Y cómo aliviará la sed del que corrompe.

Parece que el fuego no quiere purificar mi mundo.
Vicia las partículas, átomos sin ritmo.
Recorre las distancias que separan nuestras almas.
Quema el destino la piel que persigue.
Cuándo renacerá el niño en la trampa hombre.

Parece que nada quiere ser hoy.
Parece que todo es coartada y fin.

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Invisible

Dame un poco de tu piel novel, yo puse toda la mía en el fuego.

Cúbreme los silencios, tararéame al compás de estos latidos de cristal.

¿No ves que no sé dónde estoy? Mis átomos están perdidos en la ciudad, pisoteados, ninguneados, comida para palomas.

Dame una poca de tu indiferencia, condiméntame las ganas.

Ordéname los huesos, átame tu bandera a este mástil de viento.

¿No ves que somos poca luz en un cuenco de aire? Llámame nadie porque ya soy tan invisible como tú.

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