Salir del hoyo

Mi luz se pierde en tu cueva
Deslumbra a tus musarañas
Grita en tu boca de túnel
Quema tus párpados persiana

No me mires así, dices
Vuela más alto, me imploras
Hazte carne y agua, luz mía
Duerme en mi pecho, sueñas

Mi luz ya se quitó de en medio
¿Ves? Soy paisaje por olvidar
Pisada de espinas ensangrentada
La única rosa que creció en tu hoyo

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Un abrazo

Un abrazo tiene el sonido de dos alientos y un compás de huesos.
Un baile inmóvil de células que despiertan.
Del color de unos ojos clavados en la nada.
Un techo movedizo y una cama de carne.

Un abrazo se mueve sibilino y majestuoso buscando su corona.
Se alimenta de esperas e inquietudes vanas.
Duerme desvalido, andrajoso, sediento de piel.
Ciego a las piedras y hoyos del camino.

Un abrazo ni se da ni se recibe, se contempla desde dentro.
Ajeno al amor y al odio, a rencores y amistades.
Endulzado con lágrimas que brotan de sus poros.
Se dispone a morir cumplidas las veinticuatro horas.

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