Calcetines

Me dijo que ya no sentía el camino,
que la piedra blanda
guiaba sus torpes pasos
a través de gentes ciegas.

Cruzó países desoyendo las fronteras,
que ignorantes y crueles
le preguntaban cuál era
el color de su alma y de su piel.

Ahora descansa en lo angosto de la vía,
junto al ganado y la zanja.
Su brújula, una línea imaginaria,
su pasaporte, una Biblia vacía de fe.

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