A oscuras

Escribo para mí porque solo yo me quiero.

Escribo a oscuras por si acierto con las letras.

Escribo en cuevas del tamaño de un corazón herido.

Escribo gotas de un río que no puedo ser.

Escribo lo que me dejan contar.

Escribo, y todo se vuelve paz.

Escribo con la mirada alta, casi infinita.

Escribo y se duermen las garras que ayer no se dejaban limar.

Escribo cuando tú dejas de pensar.

Escribo el frío que sacudió mi alma tres horas atrás.

Escribo mas no se abren puertas en este solar.

Escribo tumbada los pensamientos que no logran dormir.

Escribo con las manos atadas a esta minúscula luz.

Escribo y se escapan los tiempos que no viviré.

Escribo de dientes adentro para no morder la vida.

Escribo, y duele. ¡Vaya si duele! Pero escribo por fin.

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La libreta

Más de veinte años. Y la mierda sigue flotando.
Más agua, muchas lágrimas después, y las letras que no se ahogan.
Un bolsillo interior de un abrigo pasado de moda. Un doble fondo de raso.
El silencio se había quedado en su garganta a vivir.
Nombres de mujer. Dolorosos de pronunciar en cualquier otra boca. Números. Fechas. Lugares.
El esqueleto de un diario amoroso.
Un antifaz triunfal hecho confetis en la papelera.
Una cerilla, un fuego que jugó a desordenar nombres y a emparejarlos en placeres inimaginables.
El descubrimiento fue la imposibilidad de no cambiar el curso de la memoria.
El fuego fue el cómplice. Y la alquimia lo transportó con su alma.
Ya no habrá más dolor, solo el que la imaginación permita.
Ojos cerrados por amor.

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El primer latido

¿Alguien recuerda su primer latido?

Yo no, pero su eco irrumpe en mi cabeza cada mañana al despertar. Una pulsión cada vez que alguien me mira de frente y me ve. Desnuda, con una fina capa de harapos vitales deshilachados. La mitad de un pecho al aire, el pezón zozobra apuntando al cielo y late, inesperadamente, un bravo latido.
Ese es un latido provocado.

En cambio, el primer latido fue uno como este. Tan inmenso que me provoca vomitar estas letras y jugar con las vísceras que las amalgaman. Aquí no hay nada que ver, despejen mi perímetro funcional. En estas entrañas no hay futuro que se pueda leer.

Esto es ahora y el compás se acaba cuando se acalla el latido con el siguiente. Que vendrá.

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