Hay más muerte que vida
silbándonos al oído.
Días llenos de sueños,
navegantes de océanos.
Horas pocas, luces tenues
al cerrar el cerebro.
Un camino de diamantes
sin tasar, sin valor.
La desidia nos gobierna
los átomos hinchados.
La rabia no es reciclable,
expira en nuestras yemas.
Seré un nombre sin vida,
testigo de danzas macabras
que se ocultan en la luna
junto a máscaras de piedra.