Sin vida

Hay más muerte que vida
silbándonos al oído.
Días llenos de sueños,
navegantes de océanos.

Horas pocas, luces tenues
al cerrar el cerebro.
Un camino de diamantes
sin tasar, sin valor.

La desidia nos gobierna
los átomos hinchados.
La rabia no es reciclable,
expira en nuestras yemas.

Seré un nombre sin vida,
testigo de danzas macabras
que se ocultan en la luna
junto a máscaras de piedra.

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Faro

Jaula de luz,
sueño de los hombres.
Hasta aquí llega el río
que besa el mar.

Se abre la herida,
las venas de la tierra.
Supuran guerras,
indiferencias, muerte.

Suerte que el océano
lo traga todo.

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Revisita

Duerme en mis ojos tu prisión
Las cadenas de tu olor
Sigue, por favor
Hasta que no duela el mar
Océano que no puedo cruzar
Que engulla mis lágrimas de sal
El sacrificio de amar

Sigo tus pasos sin pensar
Viste de olvidos y algodón
Este fantasma corazón
Toda la noche por vagar

El mundo en un puño por abrir
No falta más por pedir
Que una noche a esta canción
Sueña despierta nuestra voz
Deja suelto el corazón
Que no sabe donde ir
Y en tu sombra se cegó

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Ojos color alma

Cuando le conocí no pude distinguir bien el color de sus ojos, su mirada siempre apuntaba al suelo, a sus pisadas, a su ombligo. Él tímido, su ego envuelto en gasas oscuras.

El día que encontré su iris supe que había descubierto un nuevo color de alma. ¿Era la única persona que veía lo maravilloso de esa cortina de luz? Intentaba que no parpadeara tanto, que mirara de frente, pero más sonreía yo, más parecía detenerse su pupila en cualquier objeto menos en la mía. En un plato, en la etiqueta de una botella de vino, en la suela del zapato, en la hebilla del cinturón. Egoístamente desesperanzador.

La esperanza es lo último que se pierde, dicen. Bueno, yo he tenido demasiadas de esas, y más que perderlas las he ido encontrando a mi paso. He tenido tantas que muchas de ellas transmutaron en paciencias. En las historias siempre pasa algo, en este caso pasaron las típicas y manidas tiempo y espacio. Puede que más del primero que del segundo. Y personas, y bestias, y corazones, y lágrimas, y almas en formación. Pero esos ojos siempre seguían a mi lado aunque cada vez más difuminados. Eran más el tono de la idea de un color.

Y un día llegó, y llegaste, y llegaron tus ojos a mirarse en los míos. Ya no vimos que sonreíamos. Vimos que nos podíamos zambullir el uno en el lago azul del otro y que no nos ahogábamos. Que nos podíamos beber hasta la piel. Que la tuya sabía a alma y que la mía era dulce. Éramos sabios de nuestros colores, tactos y sabores, de los recuerdos que se estaban generando entre esas sábanas.

Somos dos mares. Juntos somos un océano. Ven a mojarte. No luches, yo te meceré en mi corriente. En estas profundidades no sirven anclas. Descorre la cortina. Desnuda tus ojos. Mírame, estoy desnuda en tus ojos.

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