Furia serena

Lo más fácil es perderse fuera,
lo más lógico es no sufrir,
lo más lúcido es estar loco.

Por ti, por mí, por lo que queda,
desatemos nudos al reír,
vivamos con menos, con poco.

No son estas palabras condena,
tal vez furia serena, un elixir
que nos libere en reposo.

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Cielo de olas

Viví en unos ojos
que contemplaban
una tierra
cegada de paz.

Navegué el mar
que fue río
y antes furia
que quiso volar.

Icé mis alas
al todopoderoso
cielo de olas
y eché a nadar.

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Salta

El camino que desciende al mar es escarpado. Tanto que te convertirías en gaviota solo para besar un instante esa furia espumosa. El cuerpo se paraliza y se clava en la tierra rojiza. No hay escaleras al cielo tampoco. El salto podría ser mortal. La carne se hace niño, miedo, placenta y cordón. Las raíces son pocas y gruesas. El promontorio aguantará otra embestida de olas. Cierras los ojos, el norte baila en tus oídos. Silba, pita, grita todo tu ser. Nunca serás uno con el mar.

Salta.

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Cables

Hay cables por el suelo. Nido de arañas.
Cables que nos conectan y que nos ahorcan. Cables espirales.
Cables para descargar tensiones y furias. Cables a tierra.
Cables en el aire que sostienen nuestros frágiles egos. Cables equilibristas.
Cables ocultos detrás de paredes sordas. Cables espía.
Cables pelados de frío. Cables ovillo.
Cables que se prestan a intereses perdidos. Cables utopía.
Cables que arrastramos con anclas invisibles. Cables marinos.
Cables perdidos, sin razón alguna. Cables durmientes.
Hay cables silentes. Sueño con cables.

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Un silencio en compañía

Hace muchos años escribí en una hoja que lo que anhelaba en ese momento era un silencio en compañía, no una compañía en silencio.

Las palabras no son proféticas. No se quedan atadas a las venas oprimiendo el riego, no. Las palabras son la sangre, y un cambio de piel no es suficiente para hacerlas desaparecer.

He mudado la piel, he crecido, he estirado la respiración hasta ensanchar los pulmones y encharcarlos de lágrimas. He regalado pedacitos de mí en ofrenda a una compañía que se dejara paladear. Ya no más. El silencio es mi compañía. La soledad no tiene otra salida que salir por patas.

He tendido la mano y han querido leer su futuro en ella. Me he dejado acariciar en una batalla con los elementos y la nube ha sido la única capaz de aferrarme fuerte y elevarme por encima de vientos y pájaros. No hay sonidos para describir la forma en la que me convertí. No hay furia que pueda enmudecer esa suavidad. Adoro este silencio que mueve la boca por mí. Amo esta compañía que se esconde de todos los ojos menos de los míos.

Si me quieres, prepárate a amar a tres.

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