Mi sombra

Hace días que no escucho mi sombra.
Tan sigilosa ella,
no quiere despertarme,
pero yo sé lo que ella desea.

Gusta de ser observada,
anhela que la atraiga hacia mi piel,
y que la bese lento, suave,
con un beso sobre la frente.

Pues sí. Mi sombra posee rostro,
manos largas como noches en vela
y piernas de aquí a la Luna.

Mi sombra es verde,
naranja, rosa,
del color de los sueños al alba.

Es hombre y mujer,
niño de diente de leche,
y en ocasiones,
anciana viuda seca de lágrimas.

Mi sombra habla por fin.
Cierro los ojos,
y la escucho.

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Montaña y mar

De esas caricias sin roce,
dame mil.

Déjame despeinar,
el orden de tus rizos de sal.

Desde lo sagrado de tus honduras,
perdóname.

Me atrevo
a besarte en la locura de tu tempestad.

Somos hermanos antiguos del cosmos,
montaña y mar.

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El camino

El camino llegaba
hasta donde no alcanzaba la vista.
Sutilmente nítido,
como filo recién cortado de cristal.

Me atrajo su lejanía,
su intocable y pulcra serenidad.
Me adentré en él,
esperando conocer al que lo creó.

Caminé como brisa,
besando cada paso en su cavidad.
¿Cuánto falta?, pregunté.
Mucho aún, ahora debes regresar.

Recogí pues cada beso
mientras desandaba mi corta vida.
Me venció la curiosidad
y volteé para ver mi sombra al final.

Y no encontré nada ya,
ni huellas ni camino, solo restos de mis ansias de verdad.

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Río hombre

A tu lado
me convierto
en ribera.

Atalaya
donde mirar
tus crecidas.

Desde aquí
te conjuro,
amor mío.

Fluye leve,
con la luna
de mochila.

Eres hombre,
eres río,
agua sabia.

Guía de paz,
red de peces,
plancton plata.

No olvides
que te veo
y te beso.

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Espalda al viento

La cara del viento.
Mi espalda.
La muralla del pelo.
Batalla perdida.
El beso por sorpresa.
Guerra ganada.

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