El camino llegaba
hasta donde no alcanzaba la vista.
Sutilmente nítido,
como filo recién cortado de cristal.
Me atrajo su lejanía,
su intocable y pulcra serenidad.
Me adentré en él,
esperando conocer al que lo creó.
Caminé como brisa,
besando cada paso en su cavidad.
¿Cuánto falta?, pregunté.
Mucho aún, ahora debes regresar.
Recogí pues cada beso
mientras desandaba mi corta vida.
Me venció la curiosidad
y volteé para ver mi sombra al final.
Y no encontré nada ya,
ni huellas ni camino, solo restos de mis ansias de verdad.
Cuánto tiempo sin leerte. Vuelvo a disfrutar.
¡Qué bien! Lo importante es eso, que disfrutes.