Torpes

Torpes.
Somos torpes.
Muy torpes.
Somos demasiado torpes.

Ruge el roce leve del aire que danza sobre las ascuas.
Ya no queda nada de nuestra torpeza.
Y la piedra buscó otro amor.

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Cada mañana, cada baile

Se levantaba cada mañana con ganas de cambiar su mundo. Abría las manos y ofrecía su debilidad. Encajaba los golpes con una sonrisa y una lágrima. Una sola; no se permitía derramar ninguna más.

Luchaba por exterminar la hipocresía de su casa. Con cada salida del sol desayunaba recuerdos de caricias y, una vez saciada, se disponía a mirar a los ojos a cualquiera que quisiera crecer, como ella.

La evolución era ligera, frágil y transparente. Y su mirada de luz diurna la exponía, la opacaba, la mostraba a los que estaban listos para ver. Con ojos inmensos, pozos de amor.

Durante el día ordenaba las mentiras que escuchaba, y una a una las escondía bajo la alfombra. Había mentiras diminutas, que como gotas de mercurio trataban de escabullirse de entre sus manos.

Encontraba mentiras complacientes, suaves y esponjosas, algodón de azúcar para los oídos. Y hallaba también mentiras fuego, mutantes engendros nacidos de la rabia interior, de la lava de todos los proyectos fallidos, de todas las ansias sin resolución, de todos los días gastados sin amor. Piedras duras e incómodas, algunas de ellas bellas, brillante atracción. Otras, ordinario carbón.

Y así, ya toda las piedras del día bajo sus pies ordenadas, se dispuso a bailar sobre ellas hasta hacerlas desaparecer. Y se contorneó, invocó al abrazo de nube en una danza fugaz, meció el viento con sus pies desnudos, y bailó, bailó, bailó. Bailó hasta caer sobre el silencio de las piedras. Bailó hasta desfallecer en su nueva verdad.

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Sin vida

Hay más muerte que vida
silbándonos al oído.
Días llenos de sueños,
navegantes de océanos.

Horas pocas, luces tenues
al cerrar el cerebro.
Un camino de diamantes
sin tasar, sin valor.

La desidia nos gobierna
los átomos hinchados.
La rabia no es reciclable,
expira en nuestras yemas.

Seré un nombre sin vida,
testigo de danzas macabras
que se ocultan en la luna
junto a máscaras de piedra.

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