Los ojos del río

Niña, te tomo prestada la palabra,
la vista, el oído y el corazón.

Ya sé que no es este tu río,
lo sé, tú nunca tuviste uno.

Pero niña, ayúdame si puedes.
Cierra los ojos, sumérgete aquí.

¿Qué ves? Anda, niña, quiero
bañarme en tu limpia mirada.

«Veo un río de estrellas».
¿Solo, mi niña? No me hagas sufrir.

«No, no temas, no lo haré…
Escucho grillos en la lejanía.

Dentro del río olor de adelfas,
gotas de néctar sobre mis dedos.

Siento una mano en la mejilla,
el principio de un abrazo.

Un dedo me indica abajo un carro,
mas prefiero unir las líneas de mi mano.

Hace frío aquí en el manto de luz y
me hago chiquita hasta ser solo grito.

Alguien volvió a pedir un deseo,
todo se alborota y se mueve veloz.

¡Ah! Mira qué guapa se puso la luna.
El viento cesó, ella se mira en el río.

Se terminó el abrazo, ya me diluyo.
Salgo del río, mi madre me seca».

¿Es eso todo lo que ves, niña mía?
«Sí, ya mi corazón contigo regresó».

Share Button

Jaula de estrellas

Picoteo la noche
como pájaro enjaulado.

Engullo estrellas
que derriten mis entrañas.

El fuego del universo
no sabe de relojes.

La duna gira a medianoche,
el cielo regresa a su cero.

Nuestras manos se entrelazan,
escriben un firmamento sin faltas.

En el principio y en el final,
la vida dentro, la vida quema.

Todo late en el espacio fuera,
un corazón caverna de desiertos y penas.

Pintemos los barrotes de azul nube,
miremos el abismo con la risa en las manos.

Share Button

La boca del infierno

La luna le acompaña
cuando cae la tarde.
La naturaleza sufre
el roce de su piel.

El alma se detiene
al borde del acantilado.
No es en esta vida
que se lanzará al mar.

Mientras, las olas gimen
en su sed de cuerpos.
Invocan la tormenta,
el palacio demente.

Las gaviotas en el rojo
rasgan las nubes, picotean.
Recuerdan el falso amor
escondido en las rocas.

Ya asoman las estrellas,
chispas en la noche eterna.
Ya se retiran en desorden
el viento, el mar y la muerte.

La boca del infierno quedó
muda y hambrienta.

Share Button

Rincones

Rincones de la mente por barrer.
El juego de las sillas me obligó
a permanecer alerta y no olvidar
que no hay sitio para tanto pesar.

La locura se alimentó del vacío.
Hay noches breves que no me tientan,
ni con sus estrellas a toda potencia,
ni con su estruendo implacable de mar.

Ruedas felices que no conocen la meta.
Todo lo bello me hizo dudar de mí,
de mi capacidad de sentir lo frágil
del mundo, la gloria del alma al caer.

Share Button

Horas cortas

Las horas cortas contigo
duran el pestañeo de un alma,
drogadas de sol y ternura
se deslizan por mis medias de red.

Ay, el brillo de unos ojos
ilumina la casa, y sus ratones
buscan otro hogar, más sombrío,
más húmedo, menos aireado.

Ya se cuela el primer rayo,
ya se abraza la luz con la noche que escapa
a otro continente,
a ser paño de lágrimas de estrellas bebé,
las sedientas de leche,
las hambrientas de tiempo.

Share Button