Rincones de la mente por barrer.
El juego de las sillas me obligó
a permanecer alerta y no olvidar
que no hay sitio para tanto pesar.
La locura se alimentó del vacío.
Hay noches breves que no me tientan,
ni con sus estrellas a toda potencia,
ni con su estruendo implacable de mar.
Ruedas felices que no conocen la meta.
Todo lo bello me hizo dudar de mí,
de mi capacidad de sentir lo frágil
del mundo, la gloria del alma al caer.
Uno de los más bellos y redondos que has escrito. ¡Bravo!