Llegó el día en que el espejo no alcanzaba,
tan lleno de risas estaba.
Rebosaba la felicidad como río de plata.
Llegó la noche sublime de luz infinita,
sueños de hielo embravecido.
Ceguera sorda de los mil colores.
Llegó la mujer, una criatura sin rostro,
y se miró en el espejo vivo.
Deseó ser feliz con esas migajas.