—Dame tu mano.
—No, que está fría.
—Dame tu corazón.
—No, que cesó de latir.
—Dame tu vida.
—No, que está muerta.
—Dame tu aliento.
—No, que hiela los huesos.
—Dame tu luz.
—No, que se escapa por las rendijas.
—Dame tu casa.
—No puedo, ya está en ti.
—Dame tu nombre.
—Toma, es todo para ti, mastícalo despacio. Me llamo Muerte.
—Amo tu nombre.
—Este es el principio. No hay final.
—Dame una respuesta.
—No hay preguntas que me rocen. No me pidas más, solo sé darme.
¡Hermoso y helador!
¡Bravo Milky!
Gracias señor Bigotes.