Apocalipsis

La ciudad se sacude
el laberinto del lomo.
Las piezas se mueven
hasta ajustar la hora.

Los edificios se derriten,
ríos de agua sobre asfalto.
Quedan solo naufragios,
los turistas del miedo.

El apocalipsis ya pasó,
el fuego duerme ahora.
Y los pájaros insomnes
buscan nidos nuevos.

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Cuatro casas

Tengo cuatro casas.

Una, la de mi madre,
la teta nutriente
de abdomen incesante.

Dos, el hogar por hacer,
el proyecto inconcluso,
los muros de aire.

Tres, el lecho en las alturas,
el abrazo desnudo
de simiente fértil.

Cuatro, el refugio del alma,
el retoño de sueños,
mi laberinto con ventanas.

Tengo cuatro casas,
y todas las habito.

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Amor dice

Amor dice que echa de menos estar dentro de mí.
Amor sueña con verse reflejado en mi sonrisa.
Amor quiere volver a tocar a través de mis manos.
Amor anhela saberse imprescindible.

Amor, ya no me uses más. Yo jamás te dejé olvidado en el cajón de los calcetines. No me reproches, no me grites, no me hables, no me susurres al oído. Busca otro cuerpo, otra mirada hecha túnel, otra luz al final de otro amor. Pierde el tiempo en otro laberinto. Derriba otro muro virgen. Sigue la estela de cualquier lágrima. Déjame sola, vacía, informe. Suéltame tal y como me encontraste.

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