Tengo cuatro casas.
Una, la de mi madre,
la teta nutriente
de abdomen incesante.
Dos, el hogar por hacer,
el proyecto inconcluso,
los muros de aire.
Tres, el lecho en las alturas,
el abrazo desnudo
de simiente fértil.
Cuatro, el refugio del alma,
el retoño de sueños,
mi laberinto con ventanas.
Tengo cuatro casas,
y todas las habito.