Sin filtro

Fantasma caliente.
Arena en los ojos.
Libro de sal.

Fue esta noche que soplé y el viento se retiró a su morada invernal.
Fue que viví y el castillo de días se desplomó.
Fue que amé y las guerras ondearon su bandera roja de muerte.

Simple como el mar.
Amable como el sol.
Duro como piedra de catástrofe.

Fue un rayo de noche el que me despertó.
Y el fuego primigenio leyó las líneas de mi mano.
Fue porque nací que no me olvido de ser.

Madre lejana.
Acúname.
Padre mío. Perdónate.

Fue el remordimiento el que volcó la paciencia.
Fue un abrazo el que desató las ganas.
Es la misión que incumplo la garantía de no llegar jamás al horizonte.

Share Button

Un te amo

Dos cafés. Un bar. Una mesa cerca de la ventana, a la vista de los transeuntes y de los clientes.

Explícame que pretendías decir con ese te amo. Sabes que esas son palabras mayores. Yo amo pocas cosas. Amo a mi madre, a algunos miembros de mi familia, bueno, ya sabes cómo son, a mi sofá, a… a mí. Me amo, sí. Y no me sobra mucho amor al final del día. No para ti.

El silencio afiló sus garras. Las conversaciones de las otras mesas enmudecieron. Sus latidos giraban a la velocidad de su cucharilla en la taza. Alzó la mirada. Las pupilas de ella dos grandes puntos de interrogación.

No sé. Mmmmm… No le des importancia. Son cosas que se dicen. En las películas. Se me habrá pegado de escucharlo en algún lugar. Olvídalo. ¿Qué película íbamos a ver?

El bar cobró vida de nuevo.

Share Button