Salta

El camino que desciende al mar es escarpado. Tanto que te convertirías en gaviota solo para besar un instante esa furia espumosa. El cuerpo se paraliza y se clava en la tierra rojiza. No hay escaleras al cielo tampoco. El salto podría ser mortal. La carne se hace niño, miedo, placenta y cordón. Las raíces son pocas y gruesas. El promontorio aguantará otra embestida de olas. Cierras los ojos, el norte baila en tus oídos. Silba, pita, grita todo tu ser. Nunca serás uno con el mar.

Salta.

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Escritura silenciosa

Llega de un vértice de ti
hasta el centro mismo donde me derramo.

Me escribes, me cantas, me lees
cuando me baño en silencios públicos.

No hay prisa lógica por ser
capitán de unas olas si no escucho el viento.

Junto letras que están vivas
para honrar a los que me dejarán morir.

La sed, el hambre, soy yo,
que cumplo promesas que nadie me pide.

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Corazón deconstruido

El corazón se dirige allí donde espera no ser roto
A la tierra, al cielo, al mar entre ambos
A la comunión de los silencios, al espanto de ser

El corazón libre camina a latidos agigantados
En caminos inmunes al peso de los pasos
Saltando todas las barreras que él mismo se pone

El corazón que viaja ligero se mantiene joven
El corazón que ama sin dudas roza lo eterno
Sin trucos ni aspavientos, es uno y todo lo puede

Para Juana Pita

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