Ajuste de cuentas

Esperar la luz,
esperar la voz,
esperar a convertirse en carne.

Cuando es difícil olvidar,
no queda más remedio
que llenarse de futuro.

Verse morir,
verse llorar,
verse suplicando amor una tarde.

Son días propicios
para armarse de valor
y pedir cuentas al pozo.

Quizás bocas,
quizás manos,
quizás un amigo que te señale.

Dónde dejarse caer
cuando las alas
no se despliegan.

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Esperé

Esperé.
Esperé paciente.
Escuché tenaz
tu cuerpo compacto
hablar por horas.

Esperé.
Asumí diligente
el tono mordaz.
La espera de algo,
una boca por soñar.

Esperé.
Me convertí en gente
y no fui capaz
de dar el salto.
Escuchar sin obrar.

Esperé.
Alucinada la mente,
callé contumaz.
Rebeldía en saldo,
un alma sin hogar.

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Hoy no es mi cumpleaños

Recuerdo mi último cumpleaños,
la ilusión infantil hecha añicos.

Me contagié de un aliento viciado,
del derrumbe de unos ojos en vilo.

¿Sabes cuántos años cumples?
Los suficientes para seguir esperando.

«Es un día como otro cualquiera»,
pensé al dejar mi sonrisa entreabierta.

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