Recuerdo mi último cumpleaños,
la ilusión infantil hecha añicos.
Me contagié de un aliento viciado,
del derrumbe de unos ojos en vilo.
¿Sabes cuántos años cumples?
Los suficientes para seguir esperando.
«Es un día como otro cualquiera»,
pensé al dejar mi sonrisa entreabierta.