Nombre y apellido

No quiero saber tu nombre,
me basta mirar la máscara,
la sonrisa en tu pecho,
tus lágrimas sin dueño.

No me digas tu apellido,
no me cuentes tu pasado
atropellado en cunetas
de caminos atravesados.

No quiero llegar al fondo,
donde tu aire me asfixie
o se hundan mis cimientos.
No, no quiero aunque debo.

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Adicción

Adicción no es suma,
es resta de voluntades.
Una sonrisa más,
dos lágrimas puede,
cientos de dudas.

La adicción es insana,
desalmada alegría,
amor a las máscaras
y a las triples mentiras.
Tierno soborno de iras.

Permite que muera,
que se mude a otro cuerpo,
que licue su fuego hiedra.
Deja que resucite en pájaro
y alce feliz su postrer vuelo.

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Jardín secreto

Se enredan las noches
en el perfume de los días.
Paseo de incógnito mis huellas
hacia el recodo más umbrío.

Me encierro allí, donde
la libertad es más húmeda,
donde raíces acarician mi pelo
y calman mi insomnio.

Son ya varias veces
que regreso fiel a mi cita
en el jardín secreto, a charlarme
hasta quedar dormida.

Es tan bello este sueño,
verde, tan fresco el crepitar
de lágrimas sobre alfombras de flores,
que no quiero despertar.

No quiero más amaneceres
en mitad de la noche, no más
flores cortadas en su plenitud, no más
secretos. Explosión de jardines.

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Duele

Una niña,
una vida que se aferra
a la mano de su madre.

Mientras,
otra vida se desprende
de las sábanas blancas.

Lágrimas
empañan la cortina,
besa las gasas su tristeza.

Duele despedirse,
duele el olor a adiós,
duele la ciudad en pausa,
duele la vida sin control
que llega y te abraza,
te suelta y se ríe,
duele porque te toca
aunque no sea tu hora.

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Soplo al corazón

Soplo y soplo al corazón,
esperando secar la herida
antes que la lágrima nazca.

Somos nubes por formar,
bailando la danza de las aves
que no planean regresar.

Síntomas de un dorado viejo,
las miradas dudan si soñar
en los tiempos que vendrán.

Cada ojo despierta a su hora,
a la luz de la sabiduría
o al compás de la paz.

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