Vagan mis ojos lentos
al paso de las hojas.
Hojas de un fiel blanco,
paraíso de poetas.
El cielo doma la tarde,
la estira, masca, doblega.
La noche espera su turno
sobre las margaritas desnuda.
Me quiere, no me quiere,
la vida en un pétalo.
Una masacre alba sin sentido,
un pasatiempo en los labios.
El trabajo, las horas de hoy,
se vuelven agua en el erial.
Fino equilibrio de sudor y solaz
para el alma que siembra su paz.
La nueva hoja despliega su ala,
reza, implora a la nube que caiga
con toda su fuerza y estruendo,
que la acaricie y no se distraiga.
Una lágrima cae y horada la tierra,
se calma el deseo, el río descansa.
Allá en el cielo la piedra ensancha,
colmada con nuestros tropiezos.
Maravillosa!!!!!!
Muchas gracias 🙂