53 guitarras

Hechizadas,
dolorosamente únicas,
inservibles para otra melodía.

Cuerdas mudas,
ciegas al roce de las manos,
amantes devotas de su esqueleto.

Prohibidas,
nacieron para guardar polvo,
ignorantes de su perfecta belleza.

Piel madera,
sus poros exudan música,
entrañas vacías de la madre árbol.

Destrozadas,
culpables de inutilidad,
esperan junto al fuego su ocasión.

Su secreto,
la jaula dorada de notas,
robadas al mayor de los cuatro vientos.

Son mi sueño,
mi metáfora imprudente,
las guardianas defensoras de mi calma.

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4 comentarios en «53 guitarras»

  1. Hermoso, delicado, sutil. Me llena este poema el corazón, porque la guitarra es para mi una extensión de mi alma.

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