Abro los ojos, no hay nadie.
Los vuelvo a cerrar. No, aquí tampoco hay nadie. Solo un corazón que palpita automáticamente. Se ha dejado la marcha puesta. El siguiente que quiera abordar esta soledad, espero que sea una cuesta. Una pendiente. Una bajada. Una balada suave. Para dejarse llevar con este ritmo a cuatro golpes, a dos sangres, a un silbido, a un cuarto de soplo.
Sueños
Dicen que los sueños no duelen, que duele despertar de ellos.
Cómo explicar que, silenciosos, los sueños me hablan de ti. Me acarician cuando no estás, me erizan, lamen el sudor de la piel que te llora.
Es cuando grito de placer que despierto y los sueños se hacen pequeños, diminutos, dos sombras negras del tamaño de tus pupilas.
Los sueños me ven mutar de niña a mujer y de vuelta al candor. Y yo les guiño mientras hago girar una piruleta en mi boca.
Arremolinados me señalan con su dedo inmortal. Se carcajean y moldean mi carne en jirones de nube.
Me retuerzo porque no estoy sujeta, porque no hay barreras que me guarden de ti, porque puedo merodear de horizonte a horizonte y sé que siempre estarás donde el sol se asoma al precipicio.
Y el principio es el final de cada sueño. La herida abierta. Los rayos de sol. La luna quebrada. La roca calcinada de los malos humores.
Abro los ojos. Sacudo el felpudo del corazón. Entra, pasa, el silencio es tu casa. Canta, aquí no hay ecos. El tempo se paró. La melodía se apea de la sangre.
Pasado o futuro, todo está presente.
La última vez
El último suspiro.
El último beso.
El último abrazo.
La última vez que haces el amor.
La última caricia.
La última gota de sudor.
El último adiós.
El último silencio.
El último recuento.
¿Por qué no volvemos a empezar mañana?
Sin hilos
Te veo a lo lejos, tejiendo una imagen de mí.
Estirando y aflojando el hilo de luz de ese ovillo que es cada día que vivimos juntos. Creando una red transparente que une nuestras bocas en un beso infinito.
Me retas a un duelo de despertares.
Haces el día más extenso y la noche te extraña el abrazo.
Eres uno y te quiero porque no podía ser de otra manera. Sigo tu rastro de cometa en el cielo. Te espero en la próxima nube. No hay hilos que te sostengan. No hay cielo que nos soporte.
Medianoche
Es medianoche y me despierto. Ya no estás. Fuiste un sueño corto, profundo, mas leve cual filo de guadaña.
Es medianoche y ya da igual. Las estrellas brillan más naranjas que nunca. Se escapa una lágrima de su redil.
Es medianoche y vuelvo a la vida. Se ha deshecho el conjuro. Hay que sacar brillo de nuevo a la bola de cristal.
Es medianoche y escribo. Y ya no es medianoche. Es mañana sin amanecer. Es un día sin caricias. Saco un beso del cajón.
Es medianoche en cualquier lugar. Cierro los ojos y tú los abres. Es tu turno. Es tu noche. Era mi medianoche.