Lo veo llegar.
Quiere controlar mi lengua y mis manos,
quiere hacerme morder las uñas hasta la sangre,
mas me resisto.
Respiro noche.
Cuento las estrellas en el firmamento,
pienso una forma, un pez, y lo exhalo en nube.
Juego sola.
Falta la luna.
Es necesaria una luz que señale la paz,
es obligatorio perdonar esos pensamientos fugaces,
impuros.
Somos libres.
Para elegir hacer daño hay que ser libre,
para elegir no hacer daño hay que ser valiente,
y resistir.
¡Bravo!
¡Gracias!
(Y para resistir el daño que hayan hecho…y perdonar y olvidar, hay que ser héroe).
Muy hondo este poema Montañita!
Es cierto, Angélica, lo más duro es perdonar. ¡Gracias, linda!