Llevo días buscando la sonrisa.
Entre las sábanas restos de sexo fresco,
las tragedias urbanas sobre la brisa mojada.
Desclavo de la pared mis pupilas,
cuelgo mi futuro justo ahí, ardiendo,
para que ningún ladrón ose jamás llevárselo.
Camino abajo y arriba y
el rumbo es mi sabia, tosca indecisión.
Nadie sigue a una loca que sabe donde va.
Entre adoquines, flores marchitas,
con polen seco estornudaré ahoras
que serán pasado en cuanto gire y me pierda.
El espejo vocea: «¡Ven, deprisa!
Encontré la sonrisa, tu risa, tu vida.
Asómate. Abre tu mano, acepta el regalo.»
¡Maravillosa! Me repito pero no puedo decir otra cosa.